martes, 24 de enero de 2012

10 razones para no salir con un escritor

Melvin y Carol en «As good as it gets».

Encuentro en el blog La ciudad de un billón de sueños un decálogo sobre los principales motivos para disuadir a una chica que opta por iniciar algún tipo de romance con un escritor. He aquí las muy graciosas razones:

Es mejor prevenir que curar, suele decirse. Aquí se exponen, como modesta contribución social,  las diez razones objetivas para no salir jamás con un escritor.

1. Si habías comprado una lencería monísima, de esas que resucitaría a los muertos, no dejes a su alcance una edición descatalogada o la última obra de uno de tantos autores que le vuelven loco. Entre un libro y tú, no hay color.

2. ¿Te gustan los ciclotímicos? Un escritor puede pasar, incluso en el mismo día, de la euforia a la depresión por culpa de lo que no consigue hacer con un Din A-4.

3. Si te gusta la tortilla de papas y salir por las noches a cenar con los amigos, olvídate de salir con un escritor. El sólo va a escuchar jazz, asistir a performances en salas de arte, ver cine de autor -o alguna estadounidense para criticarla a gusto- y prefiere ir a meditar a la playa o pasarse la noche leyendo un ensayo de Barthes.

4. Los escritores son inmaduros. Como pasan más de la mitad de su tiempo en el mundo de la ficción, están un poco más para allá que para acá, con lo que su inteligencia emocional no está muy desarrollada. Sí, pueden describir escenas con una profundidad asombrosa, son capaces de observar y plasmar otras épocas con precisión de cirujano, pero en el día a día son patosos. Manejan mucho mejor otras vidas que las suyas propias.

5. Los escritores son egoístas. Un escritor no quiere ser leído: quiere ser el más leído. Un escritor no quiere que le comprendan: quiere que le lean. Y ganar premios. Esto genera un reacción de protección desmedida hacia todo lo suyo.

6. Los escritores son competitivos. Utilizan el humor negro, mordaz, inglés, o el que tengan a mano según su personalidad para destacar con lo que ellos llaman “humor intelectual”, que suponen una realización de buenas maneras que los eleva a una categoría social especial. Eso sí, son tan snobs que solo quieren ganar en lo que consideran importante. No van a mover un solo dedo por ganar algo en lo que no creen.

7. Los escritores son malhumorados. Un escritor enfadado es una persona de la que estar bien lejos cuando estalla. Pueden herir con facilidad ya que son grandes observadores y casi seguro han descubierto tus puntos débiles.

8. Los escritores son narcisistas. No hay nada que anhele más un escritor, después de ganar premios, que el halago. Pero no cualquier halago: debe ser un halago que parezca espontáneo, que le deje en buena posición, que puedan devolver con una falsa modestia bien calculada. Y lo peor de todo: no tienen límite. Podrían estar halagándolo todo el día y su ego tiene las tragaderas de Gargantúa.

9. No puedes hablar de cosas banales. Si te gustan los cotilleos, la vida social del país, los rumores, el día a día, a un escritor lo vas a aburrir muchísimo. Probablemente pensarás que te está escuchando, pero lo que está es terriblemente aburrido, y pensando en no dar opinión alguna para no prolongar más esa charla que lo tiene en un sinvivir.
10. Si por alguna razón no te importa ninguna de estas razones y te gusta un escritor, te daré una última. Los escritores son infieles; todos los pecados, como dijo Wilde, están primero en nuestra mente. En una actividad imaginativa como es la escritura, y sumando que los hombres pensamos casi todo el tiempo en sexo, no es difícil imaginar los desastrosos resultados que tiene para una relación estable que una de las partes sea escritor. Adoran tener groupies y no es descabellado pensar que muchos se hicieron escritores para follar con jovencitas adorables que serían capaz de cualquier aberración que le pidieran porque el escritor las hace conmoverse con sus palabras.

Si, a pesar de todas estas razones, te vuelve loca un escritor, déjame añadir que, a pesar de todas estas contraindicaciones, te entiendo. Son atractivos, sugerentes, oscuros, sexys, imaginativos, independientes, complicados, liberadores y aventureros, y esa fuerza arrolladora que los empuja hacia adelante es casi irresistible. Son los escritores de la literatura del mal; son Nick Cave escribiendo morbosas novelas; así que si te has topado con uno y has probado el fruto prohibido que te aconsejaría no probar, solo me queda desearte suerte. Mucha suerte.

lunes, 16 de enero de 2012

Gastronomía literaria

Gastón Acurio (tomado de 4D2Studio)

No cabe duda que la gastronomía está en el podio de las actividades e intereses nacionales. Cada vez, más jóvenes optan por estudiarla y los medios se dan el triste lujo de quitarle espacio a la página cultural para tener una sobre restaurantes y platillos. Demás está decir que los periodistas gastronómicos aparecen ahora con mayor frecuencia; uno levanta una piedra, y allí salen tres o cuatro, cuchara o teneder en mano.

Y Gastón Acurio, por favor, ¡qué duda cabe!, es el adalid de todo esto.

Lo cual no es malo, en absoluto. La cocina peruana se ha impuesto a nivel mundial y, a su vez, cada día este negocio genera más y más puestos de trabajo. Pero lo que resulta discutible es que el zapatero no quiera estar en su zapato. Al señor Acurio se le piden opiniones que trascienden su ámbito restringido. Es un gurú que puede dar la solución en cualquier materia. Quizá la gastronomía tenga algún vínculo con otros aspectos de la sociedad -y de hecho los tiene-, pero es una exageración que se la convierta en una bestia que acapara todo, que devora todo. El resultado, como ustedes sabrán, es que Gastón Acurio ha sido nombrado como jurado del famoso concurso de cuento de la revista Caretas. Sí. El de las mil palabras.

Ya la gastronomía había estado tentando, empujado por la hambruna editorial, a sectores en los que no se les solía ver. Las editoriales Planeta y Mesa Redonda apostaron por la publicación de libros en donde un cocinero daba cuenta de su vida, recetas y sufrimientos. Así se diseñó la receta del éxito: el publicado por Mesa Redonda logró ser best-seller en la pasada Feria Internacional del Libro de Lima.

Ahora, para darle mayor publicidad al concurso que todos los años organiza Caretas, se ha designado a Gastón Acurio como jurado. Este señor, en el uso de su más infinita inteligencia, hubiera dicho: «Lo siento, pero no soy la persona adecuada para desarrollar esta labor». Pero, no. Gastón no ha querido ser sabio y, según tengo entendido, hasta ahora no ha declinado su participación.

Por otro lado, lo de Caretas es más risible aún. Quienes manejan esta revista quieren convertir el concurso (que tuvo a Mario Vargas Llosa como jurado en su primera edición, allá por 1982) en una suerte de show mediático, en donde tienen voz y voto los personajes más famosos y visibles. (Dicho sea de paso, Patricia del Río, la periodista a quien todo mundo acosa, también figura como nueva miembro del jurado, lo cual merecería un post lapidador por el horror que también significa su elección.)

¿Es Gastón Acurio alguien representativo de las letras peruanas? ¿Bajo qué criterios designará cuáles textos son importantes y cuáles no (supongo que el mismo que usa para separar los tomates podridos)? Su designación, como es evidente, obedece más a razones de márketing que a un refinamiento de la cañería por donde transitarán los cuentos concursantes. En vano sería también hacer un llamamiento a que los plumíferos no participen en este concurso. Sería estúpido. Es más, creo que enviaré un par de cuentos. Tal vez una historia de amor en torno al ceviche o las cuitas de un joven cheff al cocinar un lomo saltado.